martes, 29 de octubre de 2013

Antecedentes de la Psicología Social Crítica

Resumen: “Relaciones Entre Psicología Social Comunitaria, Psicología Crítica y Psicología de la Liberación: Una Respuesta Latinoamericana”. Artículo de Maritza Montero.



En un marco de protesta amplio y diverso se observa que desde la década de los 60’s surgieron corrientes constituidas por psicólogos, sociólogos y psiquiatras (Franco Basaglia, Ronald Laing, Thomas Szasz, Erwin Goffman, etc) que cuestionan las dinámicas de poder imperantes, siendo la psicología tradicional una de las que favorece esta continuidad, por lo que plantean la necesidad de crear una psicología de corte radical, que se hace visible en su diversidad desde la década de los 80’s con la publicación de Wexler (1983) titulada “Critical Social Psychology”. Los movimientos y teóricos que se pueden identificar como antecedentes en su aparición son: el movimiento feminista, la anti-psiquiatría, el movimiento negro en Estados Unidos, el movimiento Gay, la Escuela de Frankfurt, así como los postulados de Herbert Marcuse, Jurgen Habermas, Karl Marx y Federico Engels. Esto se debe a que el enfoque tradicional responde a las necesidades de los grupos dominantes como el Estado y la Iglesia, los cuales controlan las Ciencias para mantenerse en el poder. De esta manera surge el movimiento de la Psicología Radical que critica el modelo medico tradicional de enfermedad mental, el enfoque psiquiátrico, así como los métodos y técnicas tradicionales utilizadas por la psicología. En concreto, y desde la salud, desmitifica las etiquetas de la psiquiatría y se opone a la lógica de la relación médico-paciente por considerarla un ejercicio de dominación del médico sobre su paciente, que funcionan bajo una lógica de exclusión, represión y marginación para mantener el orden existente. La desviación sería más bien un hecho social y la enfermedad mental sería la expresión de las contradicciones que experimenta el individuo dentro del sistema productivo dominante. 

Desde la Psicología Social, vemos que para Montero (1987), “las acusaciones arrojadas sobre las teorías psicológicas clásicas, de fragmentar y atomizar el objeto de estudio, presentan aquí un ejemplo de esos inconvenientes: estudiar un fragmento de conducta, un comportamiento específico, no explicar la totalidad de un fenómeno complejo. Más aún diversas explicaciones parciales, lejos de conjugarse en una explicación global, muchas veces llevan a concepciones erróneas y a ocultar causas más profundas” (p. 40). Desde la originalidad y contexto de aplicación de las teorías, las críticas son también claras y evidentes. 

Como lo menciona Casañas y otros, (1984), y Montero (1989), esta Psicología tradicional se caracteriza generalmente por su carácter dependiente y reproductor de teorías, métodos y temas de estudio en boga principalmente en los Estados Unidos y en Europa. Sobre esta situación, Blanco (1995) menciona que la Psicología Social desde su perspectiva Psicológica y Sociológica incurrió en el error de no reconocer– lo suficiente- la importancia de la interacción entre los acontecimientos psicológicos a los que se les llama sociales y el contexto histórico en el que estos ocurren.

De esta manera, lo psicológico y lo sociológico desarrollaron dos discursos diferentes entre sí que no se complementaron (Doise, 1979 citado en Blanco 1995. pag.233), y que no permitieron dar cuenta de la interacción permanente del ser humano con su entorno. Es así como Lewin manifiesta que la relación de las cosas y de los hechos psicológicos no se apoyan en características que los asemejan o los diferencian de los otros, sino que las personas interactúan y se relacionan de acuerdo a la experiencia de cada uno, tomando en consideración sus historias y sus presentes para así poder comprender las situaciones que vivencia el individuo en un determinado momento. En este mismo sentido Martín Baró expresó (1987) la manera en que se hace evidente la interpretación sesgada de una situación personal desde una mirada tradicional: “Una forma más sutil de atribuir el fatalismo al carácter o a la personalidad de los individuos se encuentra en quienes lo vinculan con una baja motivación de logro. Decir, por ejemplo, que el obrero o el campesino latinoamericanos, a diferencia de los norteamericanos, no progresan porque carecen de esa ambición y empuje, es una forma aparentemente más “técnica”, pero no por ello negar el psicologismo, de cargar a la víctima con la culpa de la situación.” (p.145).





Origen de la Psicología Social Crítica y su relación con la Psicología Comunitaria y de la Liberación




Esta ola de protestas y movimientos sociales generan en la Psicología una primera reacción con el surgimiento de la Psicología Social Comunitaria, la cual se definió como el estudio de los factores psicosociales que permiten desarrollar y mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social para solucionar problemas que los aquejan y lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social (Montero, 1982). De manera paralela (década de los 70’s) tomaba fuerza el Movimiento Crítico a partir de la Escuela de Frankfurt con un grupo de Neomarxistas insatisfechos con la tendencia hacia el determinismo económico que estaba generando esta teoría (sin embargo este grupo estaba activo desde 1923). Por otro lado también se estaba gestando el Movimiento de la Psicología Social de la Liberación desde los inicios de los 80’s, y será evidente en 1986 cuando surge con fuerza frente a las carencias y desigualdades de las sociedades latinoamericanas. Para Montero (2004), la Psicología Comunitaria, el Carácter Crítico y la Orientación Liberadora pueden considerarse como expresiones de una misma conciencia. El concepto de liberación, tal como lo explica Montero (2004), surge de Martín Baró en 1986 con su artículo que expresaba la necesidad de propiciar una forma de buscar la verdad desde las masas populares, sobre la necesidad de crear una praxis psicológica para la transformación de personas y sociedades a partir de sus potencialidades negadas, y la necesidad de dejar de discutir tanto sobre el estatus científico de la psicología y más bien dedicarse a resolver los problemas de las mayorías latinoamericanas oprimidas.


Como se observa, el análisis sienta sus bases de acción en las víctimas de opresión, en quienes sufren carencias y han sido excluidos de los bienes que la sociedad les debe brindar. La liberación sería el rescate del potencial de recursos que esas personas tienen para lograr transformaciones que muchas veces son invisibles para ellas mismas por sus condiciones de opresión históricas, culturales y sociales.

Según lo expuesto en Montero (2004), la corriente crítica de la psicología tiene dos orígenes. El primero generado en la práctica, que trastorna los modos de hacer y de pensar, surgido en América Latina bajo la influencia de ciencias sociales como lo es la sociología llamada "militante" o "crítica" (Fals Borda, 1978, citado en Montero, 2009), la educación popular freiriana y su área de influencia que incluye a sociólogos, antropólogos y educadores tales como Vio Grossi, Le Boterf, May, de Witt, entre otros (Vio Grossi, Gianotten & de Witt, 1981, citados en Montero, 2004); la etnometodología, y algunas formas de antropología. En la psicología esta corriente encuentra expresión en la naciente Psicología Social Comunitaria y en el movimiento llamado de "alternativa a la psiquiatría". Tales movimientos tienen lugar en América Latina a partir de mediados de los años setenta y si bien el segundo de los nombrados no pareció continuar más allá de mediados de los ochenta, la psicología social comunitaria sí se desarrolló primero como parte de la aplicación de la psicología social y luego como rama específica de la psicología, aunque siempre con un marcado acento psicosocial.

Otro origen comenzó a ser planteado en el campo de la psicología anglosajona a mediados de los sesenta (Brown, 1973, citado en Montero, 2004), bajo el nombre de Psicología Radical. Tal psicología era radical en su crítica y en sus perspectivas sobre cómo intervenir no sólo en la relación con los individuos, sino también en la sociedad que ellos como los psicólogos viven (Brown, 1973, citado en Montero, 2004). Por crítica puede entenderse el someter a análisis las teorías, conceptos y perspectivas aceptadas como explicaciones últimas de los fenómenos psicológicos, develando sus contradicciones, sus lagunas, sus incoherencias y debilidades, así como también sus fortalezas.

En definitiva, según Montero (2009), la Psicología Crítica cambia el modo de ver las cosas ya que desarticula los mecanismos de poder que sostienen los enfoques establecidos y abre nuevas perspectivas al conocimiento. Ella es parte de la complejidad del mundo, usualmente tan difícil de aceptar. Y en este sentido la crítica es liberadora. Libera de formas y modos pre-establecidos que se consideraban como los únicos que podían comprender el mundo, explicar lo que ocurre en su entorno, y además, que mantenían cierta jerarquía y relaciones basadas en la desigualdad y en la subordinación. 

Características de la condición “Critica” en Psicología Social

Es muy difícil definir la condición “Crítica” pero Montero y Christlieb (2003, citados por Montero, 2004) lo han consignado en los siguientes puntos que se presentan brevemente:

1. Es parte del término crisis- que se toma de su significado griego- para representar la acción o facultad de elegir. Es decir que existe crítica cuando se identifican las diferentes caras o explicaciones que pueden encontrarse a un fenómeno, identificando el carácter complejo de los hechos.

2. Como un resultado de la crítica, se acepta la existencia de un estado de molestia o de alteración, "clima de perturbación" (Stainton Rogers & Stainton Rogers, 1997), resultante del proceso de someter al análisis exhaustivo lo que se considera como la última explicación de un objeto, concepto o teoría, lo cual permite ver sus vacíos, incoherencias y debilidades.

3. El proceso de la crítica, implica señalar de dónde parte y por qué la hace así; mostrar sus sesgos y tendencias en lugar de presentar el aspecto defendido como si fuese el único o fuese la norma a seguir. Se debe poder “criticar a sí misma”.

4. Siempre existirá la crítica, a pesar de lo mal que pueda ser recibida, lo cual le confiere el carácter de "fatalidad de la vida cotidiana" (Montero & Fernández Christlieb, 2004), condición que la une a la ciencia y a la esencia de todo investigador que acepta la no existencia de un principio de autoridad, sino que las "verdades" de la ciencia lo son sólo hasta prueba en contrario.

5. Lo crítico es cambiante. El mundo que cambió deviene natural y habitual y será de nuevo objeto de crítica. La crítica entonces no tiene contenido ni forma predeterminada.

6. La crítica no es en sí ni buena ni mala. Es necesaria para cambiar las cosas. Al igual que las teorías, los métodos y el conocimiento en general, puede ser usada con los más variados designios, pero siempre mostrará las debilidades y fortalezas de lo criticado y de quien critica.

7. El movimiento crítico expresa la tesis monista de que el conocimiento no es un reflejo objetivo de la realidad sino que está marcado por las condiciones históricas de su producción, de las cuales forma parte.


Como se observa, la Crítica desencaja los modos de ver habituales y siempre abre nuevas perspectivas. No se la debe categorizar al interior de una corriente o tendencia o metodología ya que la crítica está en todas partes, y sería amarrarla con una mirada parcializada del mundo, con lo cual la crítica se acabaría. Sin embargo, la posición crítica se puede identificar en la Psicología Social Comunitaria y en la Psicología de la Liberación, siempre y cuando se puedan responder las siguientes preguntas propuestas por Prilleltensky y Fox (1997, citados casi textualmente de Montero, 2004):

1. ¿Se está promoviendo el statu-quo de la sociedad en la cual se está realizando la investigación o intervención? Ahogar los aspectos críticos es una de las formas de expresión del autoritarismo y de sus abusos de poder, que comienzan por eliminar las disensiones en un campo específico y terminan suprimiendo todo aspecto crítico, inclusive con desaparición física de quienes los plantean. En el aplanamiento de la opinión pública y en el rechazo a la diversidad se reconocen el autoritarismo y el ejercicio abusivo del poder.

2. ¿Se promueve la justicia o la injusticia social en esa investigación o intervención? Esto puede definirse si nos hacemos otras preguntas complementarias que ya han sido hechas antes en la literatura de las ciencias sociales (Fals Borda, 1970/1981), tales como: ¿A quién o a quiénes beneficia lo que se está haciendo? ¿Se escucha a los supuestos beneficiarios de ese trabajo? ¿Se considera que también ellos tienen algo que decir, y hay el espacio y el tiempo para que lo hagan? ¿Se toma en cuenta y se discute seriamente lo que ellos dicen?

3. ¿Hay conciencia de las repercusiones sociales de las prácticas y teorías del campo, o se desentiende ese campo de sus efectos negativos potenciales? Esta es una pregunta que exige un examen crítico de lo que se está haciendo; de los conceptos y explicaciones a los cuales se acude para explicar o interpretar lo que se investiga; de los métodos empleados para hacerlo; así como de las reacciones, alcances y limitaciones que puede tener la tarea que se realiza.

4. ¿Hay declaración explícita de los valores que se asumen al realizar una investigación o una intervención, por parte tanto de teóricos y de practicantes, o asumen que lo que hacen está libre de valores? La respuesta en este caso nos debe indicar si las personas que llevan a cabo un estudio expresan sus sesgos, sus tendencias, sus creencias y su compromiso con determinadas posiciones no sólo teóricas, sino políticas, religiosas y en general aquellas que son fundamentales en la orientación de nuestra conducta.

5. Complementando la pregunta anterior, aparece esta: ¿Cuáles son los compromisos culturales, morales o de valores y cómo afectan ellos las críticas que se hacen? Este aspecto es muy importante por cuanto muchas veces los sesgos de nuestros estudios se deben a ese tipo de compromisos que pueden haber sido adquiridos muy temprano en nuestras vidas y pueden derivarse de pautas de socialización ligadas a la nacionalidad, a la religión, a la etnia, a una época o a la situación de clase. Su expresión puede explicar el porqué de ciertas ideas, tanto para mantenerlas como para condenarlas, e incluso la elección misma del tema de investigación puede depender de tales compromisos.



Fuentes:

Texto de origen:

http://virtual.funlam.edu.co/repositorio/sites/default/files/repositorioarchivos/2010/02/UNIDAD%20III.331.pdf


Artículo completo:

“Relaciones Entre Psicología Social Comunitaria, Psicología Crítica y Psicología de la Liberación: Una Respuesta Latinoamericana”, Maritza Montero.

http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=s0718-22282004000200002